jueves, 29 de marzo de 2007

LA CHILENA o CHORERA




La “Chilena” o "Chorera"
El vasco Ramón Unzaga Asla fue el creador de la complicada contorsión, en El Morro. Luego David Arellano, con Colo Colo, la llevó a España. En la actualidad Patricio Morales, ex navalino jugando por Lota Schwager, hizo una chilena en la definición del ascenso ante Rangers.
RAMON UNZAGA ASLA
Para los porteños, la jugada constituye casi un patrimonio, un valor agregado a su cultura futbolera. Un español radicado en Chile, Ramón Unzaga Asla, según estima ya el consenso histórico, fue el inventor de la maniobra nada menos que en el estadio El Morro por allá en el lejano 1914. “Ramón Unzaga inventó la jugada , en la cancha del puerto chileno de Talcahuano: con el cuerpo en el aire, de espaldas al suelo, las piernas disparaban la pelota hacia atrás, en un repentino vaivén de hojas de tijera”, sostiene el escritor Eduardo Galeano, en su libro “El fútbol a sol y sombra”. La familia Unzaga Asla provenía de Bilbao y dejó atrás Euskadi, escapando de la sangrienta Primera Guerra Mundial, y se instaló en nuestra zona. Y tras terminar su eduación primaria, Ramón, que ya acaparaba elogios por sus destrezas físicas, entró a trabajar en el departamento de contabilidad de la mina de Schwager. En 1912 fue tentato a integrar la incipiente liga nacional, tenía 18 años. Indican los registros que decidió jugar por el equipo “Estrella de Mar” y pronto comenzó a lucir. Tan bien le fue que hasta se nacionalizó chileno para luego integrar la selección. En el Torneo Sudamericano de 1920, disputado en Viña del Mar -con Brasil, Argentina y Uruguay- Unzaga impresionó a todos los presentes con su innovación y allí los periodistas presentes la bautirazon como “Chilena”. Pero fue en 1927 cuando la complicada jugada se dio a conocer a nivel mundial. Y con un intérprete diferente: David Arellano, quien aprovechó una gira a Europa cumplida por Colo Colo, y maravilló a los hispanos terminando por patentar la jugada. Como sea, hoy escasea en las canchas y suele vérsela más en ligas internacionales, como en Brasil o España que en nuestro propio país. Y hacer un gol con ella es entrar en la historia. “Intenté hacerla y quedé en ridículo” Intentar la “Chilena” requiere valor. Varios la practican en silencio y después no se atreven a exhibirla en público. Es que el temor al bochorno, a la risotada general, más encima con la televisión como testigo, intimidan a cualquiera. “Depende mucho de la situación del partido y de cómo venga el centro. Si viene cómoda, yo prefiero darle de cabeza o bajarla, pero si queda medio pasada hay que resolverla de cualquier forma. Alguna vez la hice y quedé en ridículo… Es que tiene que ser un gesto perfecto”, comentó Diego Ruiz, delantero de Huachipato. El espigado ariete no tuvo vergüenza en narrar su experiencia con la complicada maniobra. Se lo tomó con humor. “Yo elevé una y pifié otra por ahí, así que ya sé que no es lo mío. Es una de las jugadas más bonitas del fútbol por toda la coordinación que implica y por eso a todos les gusta. ¿Si sabía que la inventó alguien de Talcahuano? Escuché que algún chileno la inventó, pero no tenía idea que era de acá”, añadió. Uno recordado por sus pifias fue el defensa Ronald Fuentes, cuyo yerro terminó en gol de rival. Casi lo mataron. Sandrino Castec la hizo en Mendoza El delantero Sandrino Castec tuvo el privilegio de marcar un gol de “Chilena” en un compromiso internacional y quedó grabado en la retina de los chilenos. El delantero formado en Universidad de Chile debutó por la selección en 1980. Primero jugó ante una selección de Mendoza y después, el 18 de septiembre de ese año, saltó a la fama en el duelo ante Argentina. La selección trasandina venía de conquistar el la Copa del Mundo (1978) y enfrentó al cuadro nacional en Mendoza. Los locales ganaban 2-0 y Chile comenzó a remontar. Descontó y, ya sobre la hora, decidió ir por el empate. Ahí Sandrino regaló su obra maestra. “Mario Osbén despeja el balón hacia Vladimir Bigorra, éste lanza un centro largo que Manuel Rojas controla en el aire y envía un voleo sensacional que Ubaldo Matildo Fillol -el mejor arquero del momento- manotea. La pelota cobra altura y la única forma de pegarle era de chilena. Estaba parado casi en el punto penal, no lo pensé dos veces y le pegué. Afortunadamente el balón se metió en un ángulo imposible”, narró Castec en una entrevista publicada en la página del Sifup. Un sueño. Iván Zamorano también regaló “Chilenas” y asimismo el mexicano Hugo Sánchez.
¡Un lujo! ¡una obra de arte! ¡qué espectáculo! se escuchaba vociferar desde las graderías mientras en el campo de juego, Ramón Unzaga Asla, hacía una tijera con sus piernas y retornaba el balón de espaldas al arco contrario. Era el año 1914.Los inicios del fútbol en Chile se remontan al siglo XIX, cuando este juego desembarcó en los principales puertos del país junto a la tripulación de las naves británicas. Y a poco andar, el balompié se transformó en una de las manifestaciones deportivas importadas de mayor popularidad. Fue precisamente en uno de estos puertos donde comienza esta historia…Cuando aún era un adolescente, Ramón Unzaga, debió dejar atrás Euskadi y su ciudad natal, Bilbao, para emigrar junto a sus padres. Luego de un largo viaje por barco, la familia Unzaga Asla llegó a las costas chilenas y se asentó en el sur del país, en la VIII Región del Bío-Bío.Ramón Unzaga Asla.Ya establecido en el lugar, el joven Unzaga terminó sus estudios primarios y comenzó a trabajar en el departamento de contabilidad de la mina Schwager, gran productora de carbón que abastecía a casi la totalidad del consumo del país. Sin embargo, su gran pasión era el fútbol y no pasó mucho tiempo para que fuera reconocido entre sus compañeros como un gran jugador de balompié.En el año 1912, una delegación deportiva de Talcahuano, impresionada por la tremenda calidad del joven vasco lo integró al equipo. Unzaga cumplía 18 años. Aquí comienza su brillante carrera futbolística. Adopta la nacionalidad chilena y se convierte en una de las principales figuras en vestir la casaquilla nacional.Por aquellos años, Talcahuano aportaba de su cantera a la mayoría de los jugadores de las selecciones chilenas, especialmente dirigidas por el entrenador uruguayo Juan Bertone. Se ganó en el ambiente nacional el apelativo de la “Escuela Chorera”, debido a la calidad técnica y talentosa de la selección blanca del puerto, campeona por varios años del Título de Chile.La “chilena o chilenita”Ingenuo por falta de roce, débil por falta de apoyo, confundido por una proliferación de ligas que antes escaseaban y que lo ahogaban, el fútbol chileno sale a los campos a recorrer caminos de doloroso aprendizaje apoyado en un coraje y un fervor que lo mantienen de pie y con dignidad. Así es el fútbol amateur en el Chile de 1910 a 1924, donde la gran atracción popular es la selección nacional. Comienzan a proliferar las primeras figuras populares llamadas a hacer historia. Entre ellas, un vasco: Ramón Unzaga Asla.En el año 1914, mientras Europa se sumía en una cruenta guerra, Unzaga, en el estadio El Morro de Talcahuano, comenzó a lucir una espectacular jugada, reconocida y admirada hasta nuestros días en todo el mundo. Con coraje y decisión lanzaba su cuerpo al aire, de espaldas al suelo, y sus piernas disparaban la pelota hacia atrás, en un repentino vaivén de hojas de tijera. Como pertenecía a “La Escuela Chorera”, en un primer momento se le conoció con el apelativo de “la chorera”.Con la organización del sudamericano de fútbol de 1920, cuya sede fue Chile, la selección dio un gran paso en su desarrollo. Contrató a un entrenador, hizo planes, movilizó a la ciudadanía y lució por primera vez su camiseta roja. Como en Santiago aún no se contaba con un estadio, el escenario fue el balneario de Viña de Mar en el Valparaíso Sporting Club. A este lugar, ubicado en la V Región, llegaron las selecciones de Brasil, Argentina y Uruguay.“En lo futbolístico, la gran novedad es la presencia masiva de jugadores venidos del sur del país, lo que constituye la primera aparición de un poderoso fútbol regional y testimonia, al mismo tiempo, el grado de expansión del fútbol en el territorio. Los nombres de Elgueta, France, Horacio y Bartolo Muñoz, Víctor Toro, Unzaga, Sánchez, Varas, Sáez, Bustos, Domínguez, de clubes de Talcahuano y Concepción, son reconocidos y respetados por los aficionados de todo el país”. (“Centenario historia total del fútbol chileno”, Edgardo Marín)La otra gran primicia es la presencia de un entrenador al frente de todo el trabajo de la selección, lo cual implicaba, además, la contratación de un profesional en un medio donde la mayoría luchaba decididamente contra el profesionalismo.Así se llega a la gran jornada inaugural del 11 de septiembre con gran movimiento en las estaciones de Valparaíso y Viña. Es, por cierto, un acontecimiento ciudadano y el primer desafío organizativo internacional para el fútbol de un país al que se considera, precisamente, organizado, pero que no tiene roce competitivo. Así lo demostrarían los resultados de la competición. Si bien Chile no logró un buen desempeño y Uruguay se vistió de vencedor, es en este campeonato donde Unzaga vuelve a repetir su ya clásica jugada e inscribe su nombre en la historia del fútbol, después de que un grupo de periodistas argentinos la bautizara con el nombre de “la chilena”.
¡Un lujo! ¡una obra de arte! ¡qué espectáculo! se escuchaba vociferar desde las graderías mientras en el campo de juego, Ramón Unzaga Asla, hacía una tijera con sus piernas y retornaba el balón de espaldas al arco contrario. Era el año 1914.Los inicios del fútbol en Chile se remontan al siglo XIX, cuando este juego desembarcó en los principales puertos del país junto a la tripulación de las naves británicas. Y a poco andar, el balompié se transformó en una de las manifestaciones deportivas importadas de mayor popularidad. Fue precisamente en uno de estos puertos donde comienza esta historia…Cuando aún era un adolescente, Ramón Unzaga, debió dejar atrás Euskadi y su ciudad natal, Bilbao, para emigrar junto a sus padres. Luego de un largo viaje por barco, la familia Unzaga Asla llegó a las costas chilenas y se asentó en el sur del país, en la VIII Región del Bío-Bío.Ramón Unzaga Asla.Ya establecido en el lugar, el joven Unzaga terminó sus estudios primarios y comenzó a trabajar en el departamento de contabilidad de la mina Schwager, gran productora de carbón que abastecía a casi la totalidad del consumo del país. Sin embargo, su gran pasión era el fútbol y no pasó mucho tiempo para que fuera reconocido entre sus compañeros como un gran jugador de balompié.En el año 1912, una delegación deportiva de Talcahuano, impresionada por la tremenda calidad del joven vasco lo integró al equipo. Unzaga cumplía 18 años. Aquí comienza su brillante carrera futbolística. Adopta la nacionalidad chilena y se convierte en una de las principales figuras en vestir la casaquilla nacional.Por aquellos años, Talcahuano aportaba de su cantera a la mayoría de los jugadores de las selecciones chilenas, especialmente dirigidas por el entrenador uruguayo Juan Bertone. Se ganó en el ambiente nacional el apelativo de la “Escuela Chorera”, debido a la calidad técnica y talentosa de la selección blanca del puerto, campeona por varios años del Título de Chile.La “chilena o chilenita”Ingenuo por falta de roce, débil por falta de apoyo, confundido por una proliferación de ligas que antes escaseaban y que lo ahogaban, el fútbol chileno sale a los campos a recorrer caminos de doloroso aprendizaje apoyado en un coraje y un fervor que lo mantienen de pie y con dignidad. Así es el fútbol amateur en el Chile de 1910 a 1924, donde la gran atracción popular es la selección nacional. Comienzan a proliferar las primeras figuras populares llamadas a hacer historia. Entre ellas, un vasco: Ramón Unzaga Asla.En el año 1914, mientras Europa se sumía en una cruenta guerra, Unzaga, en el estadio El Morro de Talcahuano, comenzó a lucir una espectacular jugada, reconocida y admirada hasta nuestros días en todo el mundo. Con coraje y decisión lanzaba su cuerpo al aire, de espaldas al suelo, y sus piernas disparaban la pelota hacia atrás, en un repentino vaivén de hojas de tijera. Como pertenecía a “La Escuela Chorera”, en un primer momento se le conoció con el apelativo de “la chorera”.Con la organización del sudamericano de fútbol de 1920, cuya sede fue Chile, la selección dio un gran paso en su desarrollo. Contrató a un entrenador, hizo planes, movilizó a la ciudadanía y lució por primera vez su camiseta roja. Como en Santiago aún no se contaba con un estadio, el escenario fue el balneario de Viña de Mar en el Valparaíso Sporting Club. A este lugar, ubicado en la V Región, llegaron las selecciones de Brasil, Argentina y Uruguay.“En lo futbolístico, la gran novedad es la presencia masiva de jugadores venidos del sur del país, lo que constituye la primera aparición de un poderoso fútbol regional y testimonia, al mismo tiempo, el grado de expansión del fútbol en el territorio. Los nombres de Elgueta, France, Horacio y Bartolo Muñoz, Víctor Toro, Unzaga, Sánchez, Varas, Sáez, Bustos, Domínguez, de clubes de Talcahuano y Concepción, son reconocidos y respetados por los aficionados de todo el país”. (“Centenario historia total del fútbol chileno”, Edgardo Marín)La otra gran primicia es la presencia de un entrenador al frente de todo el trabajo de la selección, lo cual implicaba, además, la contratación de un profesional en un medio donde la mayoría luchaba decididamente contra el profesionalismo.Así se llega a la gran jornada inaugural del 11 de septiembre con gran movimiento en las estaciones de Valparaíso y Viña. Es, por cierto, un acontecimiento ciudadano y el primer desafío organizativo internacional para el fútbol de un país al que se considera, precisamente, organizado, pero que no tiene roce competitivo. Así lo demostrarían los resultados de la competición. Si bien Chile no logró un buen desempeño y Uruguay se vistió de vencedor, es en este campeonato donde Unzaga vuelve a repetir su ya clásica jugada e inscribe su nombre en la historia del fútbol, después de que un grupo de periodistas argentinos la bautizara con el nombre de “la chilena”.
En todos los sudamericanos de fútbol donde participó Unzaga, su jugada fue vista y admirada por uruguayos, argentinos y brasileños, quienes también la aprendieron, practicaron y difundieron por todo el mundo. Si bien recibió tentadoras ofertas desde el extranjero, prefirió quedarse en Chile y en el equipo de sus amores: el Estrella del Mar de Talcahuano.
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